Novena II al Espíritu Santo
El Espíritu Santo
Pentecostés
La devoción al Espíritu
Santo es de las más excelsas y preciosas entre todas las que puede practicar el
cristiano. Él es Dios, es el Santificador. Él ha de alumbrarnos, vivificarnos,
guiarnos, fortalecernos, abrasarnos con el fuego del amor divino. Él nos hace
santos apóstoles.
Consagración al Espíritu Santo
Recibid ¡oh Espíritu Santo!,
la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día
para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida,
en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza, y todo el
amor de mi Corazón.
Yo me abandono sin reservas
a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas
inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos
formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús.
Gloria al Padre Creador.
Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
Oración a María Santísima
para pedir alguna gracia al Espíritu Santo
¡Oh María, Hija humildísima
del Padre, Madre Purísima del Hijo, Esposa amadísima del Espíritu Santo! Yo te
amo y te ofrezco todo mi ser para que lo bendigas. Madre admirable, Consuelo
del que llora, Abogada dulcísima de los pecadores, ten piedad de todos aquellos
a quienes amo; y por tu Inmaculado Corazón, Sagrario de la Santísima Trinidad,
Asiento de tu poder, Trono de Sabiduría y Piélago de bondad, alcánzanos que el
Espíritu Santo forme en nuestro corazón un nido en que repose para siempre.
Alcánzame lo que con todo el
fervor de mi alma te pido, por los merecimientos de Jesús y los tuyos, si es
para gloria de la Trinidad Santísima y bien de mi alma. ¡Virgen Santa, Esposa
del Espíritu Santo, acuérdate de que eres mi Madre! Amén.
Oración al Espíritu Santo
¡Oh Espíritu Santo!, alma de
mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, dime qué debo
hacer, ordéname.
Concédeme someterme a todo
lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me suceda. Hazme
solamente conocer y cumplir tu voluntad.
Siete ventajas preciosas
para el que propaga la devoción al Espíritu Santo
1ª Se crea un lazo de amor entre nuestra alma y
la Tercera Persona de la Santísima Trinidad
2ª
Un aumento notable de todas nuestras
devociones, especialmente a la Sagrada Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la
Santísima Virgen.
3ª Una seguridad de recibir en el alma más
inspiraciones del Espíritu Santo y la fuerza para ponerlas en práctica.
4ª Procurar de una manera excelente la gloria
de Dios, trabajando cada día en hacer conocer y amar al Santificador de las
almas.
5ª Trabajar muy especialmente por el
advenimiento del reinado de Dios en el mundo, por la acción del Espíritu
vivificante.
6ª Ser verdadera y prácticamente apóstol del
Espíritu Santo
7ª Atraer sobre el alma auxilios espirituales
del Espíritu Santo, más íntima unión con Dios por medio del Santificador, mayor
progreso en la oración mental, más consuelo y hasta alegría en la hora de la
muerte, después de tan sublime apostolado.
El invocar a menudo al
Espíritu Santo es prenda segura de acierto en las situaciones variadas de
nuestra vida.
Consagración de la Obra
del Espíritu Santo
¡Oh Amor, centro y vida de
la Trinidad Espíritu Santo!, ven a mí con tus dones y con tu Amor; me consagro
totalmente a Ti para que obres en mí tu "Misterio de AMOR", el que
empezaste a realizar el día de mi bautismo y que ahora quiero renovar en cada
instante de mi vida.
Que tu gracia acompañe
siempre todas mis acciones y las transforme en ofrenda permanente para gloria
del Padre y bien de todos los hombres mis hermanos. Amen.
Reflexión: Creo
en el Espíritu Santo
Espíritu Santo
Creo en la tercera Persona
de la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo ha sido llamado por algunos autores
"el gran desconocido". Porque, realmente, sabemos que es la tercera
persona de la Santísima Trinidad, pero apenas sí lo tratamos.
Es preciso que nosotros,
como cristianos, intentemos penetrar en el Misterio de Dios y sepamos
agradecerle su ayuda amorosa y constante, debamos atenderlo en el fondo de nuestro
corazón, y saber responderle con nuestro amor y nuestras obras a todas las
inspiraciones y mociones que de él recibimos.
Hay una tradición en la
antigüedad en la que se llama al Espíritu Santo "el Confortador". Y,
realmente, en la práctica, ese nombre y otros muchos pueden aplicarse al
Espíritu Santo.
Porque él nos conforta y nos
consuela, nos da fortaleza para resistir la tentación. Nos ayuda y nos guía en
el camino hacia Dios.
También la palabra Paráclito
se refiere al Abogado, el que nos defiende ante los tribunales. Es quien puede
rogar e interceder por nosotros. Quien nos defiende en la lucha contra el
enemigo; quien nos inspira y nos enseña en el camino de la vida interior.
Pero realmente la palabra
Paráclito significa "el amigo en la necesidad". Ya en los escritos de
San Pablo vemos que no se limitaba a pensar que el Espíritu Santo ayudaría a
defenderse ante los tribunales, sino que precisa: "El Espíritu viene en
ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos
conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables
" (Rom 8, 26).
Es algo maravilloso ser
conscientes de esto: el Espíritu ayuda a nuestra debilidad Si ayuda, ¿por qué
no nos confiamos a él? Si ayuda, ¿por qué no le pedimos? Si ayuda, ¿por qué no
descansamos en él, en vez de querer sacar fuerzas de nuestros medios humanos?
Los medios humanos no son
despreciables, sino imprescindibles para todo. Pero tienen una medida, un peso,
un contenido.
No podemos creernos
superpotentes; no podemos creer que seamos capaces de resolver y entender todo,
lo divino y lo humano. No podemos pensar que la oración, el trato con Dios se
realiza sólo a base de esfuerzo personal: es preciso ponerlo, ¡claro que sí!,
pero conscientes de que, sin la ayuda del Espíritu Santo, nada podemos.
Y, si lo invocamos, si
creemos en él y en su ayuda, tenemos que pensar en el Espíritu Santo que reza
"en nosotros".
Es tan grande el misterio,
que quizás nosotros sólo lo recordamos como algo extraordinario: las lenguas de
fuego en el Cenáculo; los Apóstoles, entendiéndose en diversas lenguas; la
frase evangélica en que se dice que no se preparen para defenderse, que ya el
Espíritu pondrá palabras en sus labios...
Todo esto fue así, y es
real. Pero también es real que ahora tenemos la atención directa del Espíritu
Santo.
Cuando nos confirmamos
nosotros, o cuando asistimos a la ceremonia de una confirmación, el Don que
allí recibe quien se confirma es el mismo que recibieron los apóstoles en el
cenáculo, en Pentecostés. Aunque no se vea ni se note nada, ¡es, existe, vive!
Y nosotros hemos de recibirlo creyendo, valorando lo que es tener al Espíritu
Santo a nuestro lado.
Somos templos del Espíritu
Santo, se nos dice al parecer, no nos enteramos. Y de esto debe deducirse
nuestra dignidad de hijos de Dios, el respeto a nuestro cuerpo y al cuerpo de
los demás, el valor inmenso de saber que no estamos solos.
Al Espíritu Santo debemos
invocarlo, rezarle, creer en él de una forma real y auténtica. No quiere decir
esto que nos olvidemos de lo que tenemos que hacer como personas y seres
racionales.
Rezar es lo primero.
Esperarlo todo de él, también. Estar seguros, por fe, de su ayuda, también. Y
luego.... no tirarnos por un precipicio, fiados del Espíritu Santo, ni acometer
una empresa para la que no estamos humanamente preparados; ni "tentar a
Dios " o pecar de soberbia, esperando y exigiendo milagros.
Los milagros se dan, hoy
como ayer. El Espíritu Santo actúa hoy, como ayer, aunque no oigamos "el
viento impetuoso" ni veamos "lenguas de fuego".
Pero nuestra fe, firme y
segura, debe ir creciendo a base de pedirla, porque es un Don de Dios; y a base
de acogerla y desarrollarla, con amor
Reflexión de Ángeles Linares
Los 7 dones del Espíritu Santo son:
Sabiduría, Inteligencia,
Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios
Oración para pedir los
dones del Espíritu Santo
¡Oh Espíritu Santo!,
humildemente te suplico que enriquezcas mi alma con la abundancia de tus dones.
Haz que yo sepa, con el Don de la Sabiduría, apreciar en tal
grado las cosas divinas, que con gozo y facilidad sepa frecuentemente
prescindir de las terrenas.
Que acierte con el Don de Entendimiento, a ver con fe viva
la trascendencia y belleza de la verdad cristiana.
Que, con el Don de Consejo, ponga los medios más
conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el Don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la
confesión de la fe y en el camino de salvación.
Que sepa con el Don de Ciencia, discernir claramente
entre el bien y el mal, entre lo falso y lo verdadero, descubriendo los engaños
del demonio, del mundo y del pecado.
Que, con el Don de Piedad, os ame como a Padre, os
sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.
Finalmente, que con el Don de Temor de Dios, tenga el mayor
respeto y veneración a los mandamientos divinos, cuidando con creciente
delicadez de no quebrantarlos lo más mínimo.
Llenadme sobre todo, de
vuestro santo amor. Que ese amor sea el móvil de toda mi vida espiritual. Que
lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la
sublimidad de vuestra doctrina, la bondad de vuestros preceptos, la dulzura de
vuestra caridad. Amén.
Los doce frutos del Espíritu Santo
Caridad, gozo, paz,
paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia,
continencia y castidad.
Novena al Espíritu Santo
Instrucciones:
1.- Cada día se reza
el acto de consagración al Espíritu Santo que se indica a continuación:
Acto de Consagración
Recibid ¡oh Espíritu Santo!,
la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día
para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida,
en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza, y todo el
amor de mi Corazón.
Yo me abandono sin reservas
a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas
inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos
formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús.
Gloria al Padre Creador.
Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.
2.- Después, cada
día se reza la Oración por los 7 dones del Espíritu Santo
Oración por los 7 dones del Espíritu Santo
Oh, Señor Jesucristo, que
antes de ascender al cielo prometiste enviar al Espíritu Santo para completar
tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo
Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y de tu
amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda despreciar las cosas
perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas, el
Espíritu de Entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu divina
verdad, el Espíritu de Consejo para que pueda siempre elegir el camino más
seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo, el Espíritu de Fortaleza para que
pueda llevar mi cruz contigo y sobrellevar con coraje todos los obstáculos que
se opongan a mi salvación, el Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a
Dios y conocerme a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los
santos, el Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce
y amable, y el Espíritu de Temor de Dios para que pueda ser lleno de reverencia
amorosa hacia Dios y que tema en cualquier modo disgustarlo. Márcame, amado
Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas
con tu Espíritu. Amén.
PRIMER DÍA
¡Espíritu Santo! ¡Señor de
Luz! ¡Danos, desde tu clara altura celestial, tu puro radiante esplendor!
El Espíritu Santo
Sólo una cosa es importante:
la salvación eterna. Por lo tanto, sólo una cosa hay que temer: el pecado. El
pecado es el resultado de la ignorancia, debilidad e indiferencia. El Espíritu
Santo es el Espíritu de Luz, de Fuerza y de Amor. Con sus siete dones ilumina
la mente, fortalece la voluntad, e inflama el corazón con el amor de Dios. Para
asegurarnos la salvación debemos invocar al Divino Espíritu diariamente, porque
el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo
pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros
(Rom 8,26).
Oración
Omnipotente y eterno Dios,
que has condescendido para regenerarnos con el agua y el Espíritu Santo, y nos
has dado el perdón de todos los pecados, permite enviar del cielo sobre
nosotros los siete dones de tu Espíritu, el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento,
el Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y de Piedad,
y llénanos con el Espíritu del Santo Temor. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
SEGUNDO DÍA
¡Ven, Padre de los pobres.
Ven, tesoros que sostienes. Ven, Luz de todo lo que vive!
El don del Temor
El don del Santo Temor de
Dios nos llena con un soberano respeto por Dios, y nos hace que a nada temamos
más que a ofenderlo por el pecado. Es un temor que se eleva, no desde el
pensamiento del infierno, sino del sentimiento de reverencia y filial sumisión
a nuestro Padre Celestial. Es el temor principio de sabiduría, que nos aparta
de los placeres mundanos que podrían de algún modo separarnos de Dios. Los que
temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan (Ecl
2,17).
Oración
¡Ven, Oh bendito Espíritu de
Santo Temor, penetra en lo más íntimo de mi corazón, que te tenga, mi Señor y
Dios, ante mi rostro para siempre, ayúdame a huir de todas las cosas que te
puedan ofender y hazme merecedor ante los ojos puros de tu Divina Majestad en
el Cielo, donde Tú vives y reinas en unidad de la siempre Bendita Trinidad,
Dios en el mundo que no tiene fin. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
TERCER DÍA
Tú,
de todos los consoladores el mejor, visitando el corazón turbado, da la gracia
de la placentera paz.
El don de Piedad
El don de Piedad suscita en
nuestros corazones una filial afección por Dios como nuestro amorosísimo Padre.
Nos inspira, por amor a Él, a amar y respetar a las personas y cosas a Él
consagradas, así como aquellos que están envestidos con su autoridad, su Santísima
Madre y los Santos, la Iglesia y su cabeza visible, nuestros padres y
superiores, nuestro país y sus gobernantes. Quien está lleno del don de Piedad
no encuentra la práctica de la religión como deber pesado sino como deleitante
servicio. Donde hay amor no hay trabajo.
Oración
Ven, Oh Bendito Espíritu de
Piedad, toma posesión de mi corazón. Enciende dentro mío tal amor por Dios que
encuentre satisfacción sólo en su servicio, y por amor a Él me someta
amorosamente a toda legítima autoridad. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
CUARTO DÍA
Tú,
en la fatiga dulce alivio, refresco placentero en el calor, solaz en medio de
la miseria.
El don de Fortaleza
Por el don de Fortaleza el
alma se fortalece ante el miedo natural y soporta hasta el final el desempeño
de una obligación. La fortaleza le imparte a la voluntad un impulso y energía
que la mueve a llevar a cabo, sin dudarlo, las tareas más arduas, a enfrentar
los peligros, a estar por encima del respeto humano, y a soportar sin quejarse
el lento martirio de la tribulación aún de toda una vida. El que persevere
hasta el fin, ese se salvará(Mt 24,13).
Oración
Ven, Oh Espíritu de
Fortaleza, alza mi alma en tiempo de turbación y adversidad, sostiene mis
esfuerzos de santidad, fortalece mi debilidad, dame valor contra todos los
asaltos de mis enemigos, que nunca sea yo confundido y me separe de Ti, Oh mi
Dios y mi máximo Bien. Amén
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
QUINTO DÍA
¡Luz inmortal! ¡Divina Luz!
¡Visita estos corazones tuyos y llena nuestro más íntimo ser!
El don del Conocimiento
El don del Conocimiento
permite al alma darle a las cosas creadas su verdadero valor en su relación con
Dios. El conocimiento desenmascara la simulación de las creaturas, revela su
vacuidad y hace notar sus verdaderos propósitos como instrumentos al servicio
de Dios. Nos muestra el cuidado amoroso de Dios aún en la adversidad, y nos
lleva a glorificarlo en cada circunstancia de la vida. Guiados por su luz damos
prioridad a las cosas que deben tenerla y apreciamos la amistad de Dios por
encima de todo. El conocimiento es fuente de vida para aquel que lo posee (Prov
16,22).
Oración
Ven, Oh Bendito Espíritu de
Conocimiento, y concédeme que pueda percibir la voluntad del Padre; muéstrame
la nulidad de las cosas de la tierra, que tenga idea de su vanidad y las use
sólo para tu gloria y mi propia salvación, siempre por encima de ellas
mirándote a Ti y tus premios eternos. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
SEXTO DÍA
Si tu apartas tu gracia,
nada puro permanecerá en el hombre, todo lo que es bueno se volverá enfermo.
El don del Entendimiento
El Entendimiento, como don
del Santo Espíritu, nos ayuda a aferrar el significado de las verdades de
nuestra santa religión. Por la fe las conocemos, pero por el entendimiento
aprendemos a apreciarlas y a apetecerlas. Nos permite penetrar el profundo
significado de las verdades reveladas y, a través de ellas, avivar la novedad
de la vida. Nuestra fe deja de ser estéril e inactiva e inspira un modo de vida
que da elocuente testimonio de la fe que hay en nosotros. Comenzamos a caminar
dignos de Dios en todas las cosas complaciendo y creciendo en el conocimiento
de Dios.
Oración
Ven, Oh Espíritu de
Entendimiento, e ilumina nuestras mentes, que podamos conocer y creer en todos
los misterios de la salvación, y que por fin podamos merecer ver la eterna luz
en la Luz, y en la luz de la gloria tener una clara visión de Ti y del Padre y
del Hijo. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
SÉPTIMO DÍA
Sana nuestras heridas,
renueva nuestra fuerza. En nuestra aridez derrama tu rocío. Lava las manchas de
la culpa.
El don de Consejo
El don de Consejo dota al
alma de prudencia sobrenatural, permitiéndole juzgar con prontitud y
correctamente qué debe hacer, especialmente en circunstancias difíciles. El
Consejo aplica los principios dados por el Conocimiento y el Entendimiento a
los innumerables casos concretos que confrontamos en el curso de nuestras
diarias obligaciones en tanto padres, docentes, servidores públicos y
ciudadanos cristianos. El Consejo es sentido común sobrenatural, un tesoro
invalorable en el tema de la salvación. Y por encima de todo esto, suplica al Altísimo
para que enderece tu camino en la verdad (Ecl 37,15).
Oración
Ven, Oh Espíritu de Consejo,
ayúdame y guíame en todos mis caminos para que siempre haga tu Santa Voluntad.
Inclina mi corazón a aquello que es bueno, apártame de todo lo que es malo y
dirígeme por el sendero recto de tus Mandamientos a la meta de la vida eterna
que yo anhelo. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
OCTAVO DÍA
Dobla
la voluntad y el corazón obstinado, funde lo que está helado, calienta lo que
está frío. Guía los pasos que se han desviado!
El don de Sabiduría
Abarcando a todos los otros
dones, como la caridad abraza a todas las otras virtudes, la Sabiduría es el
más perfecto de los dones. De la Sabiduría está escrito: todo lo bueno vino a
mí con Ella, y riquezas innumerables me llegaron a través de sus manos. Es el
don de la Sabiduría el que fortalece nuestra fe, fortifica la esperanza,
perfecciona la caridad y promueve la práctica de la virtud en el más alto
grado. La Sabiduría ilumina la mente para discernir y apreciar las cosas de
Dios, ante las cuales los gozos de la tierra pierden su sabor, mientras la Cruz
de Cristo produce una divina dulzura, de acuerdo a las palabras del Salvador:
Toma tu cruz y sígueme, porque mi yugo es dulce y mi carga ligera.
Oración
Ven, Oh Espíritu de
Sabiduría y revela a mi alma los misterios de las cosas celestiales, su enorme
grandeza, poder y belleza. Enséñame a amarlas sobre todo y por encima de todos
los gozos pasajeros y las satisfacciones de la tierra. Ayúdame a conseguirlas y
a poseerlas para siempre. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
NOVENO DÍA
Tú, en aquellos que siempre
más te confiesan y te adoran, en tus siete dones, desciende. Dales alivio en la
muerte. Dales vida Contigo en las alturas. Dale los gozos que no tienen fin.
Amén.
Los frutos del Espíritu Santo
Los dones del Espíritu Santo
perfeccionan las virtudes sobrenaturales al permitirnos practicarlas con mayor
docilidad a la divina inspiración. A medida que crecemos en el conocimiento y
en el amor de Dios, bajo la dirección del Santo Espíritu, nuestro servicio se
torna más sincero y generoso y la práctica de las virtudes más perfecta. Tales
actos de virtudes dejan el corazón lleno de alegría y consolación y son
conocidos como frutos del Espíritu Santo. Estos frutos, a su vez, hacen la
práctica de las virtudes más activa y se vuelven un poderoso incentivo para
esfuerzos aún mayores en el servicio de Dios.
Oración
Ven, Oh Divino Espíritu,
llena mi corazón con tus frutos celestiales: caridad, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Que nunca esté yo cansado en
el servicio de Dios sino que, por continua y fiel sumisión a tu inspiración,
merezca estar eternamente unido Contigo, en el amor del Padre y del Hijo. Amén.
(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de
Consagración y Oración por los siete dones)
© Web católico de Javier