EL BLOG DEL ESPÍRITU DEL PADRE

domingo, 23 de mayo de 2021

CONSAGRACIÓN EN LA FIESTA DE PENTECOSTÉS

 


CONSAGRACIÓN EN LA FIESTA DE PENTECOSTÉS


 ORACIONES INICIALES:


Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

SECUENCIA DEL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Oración:
Ven Espíritu santo, ven a nuestro corazón, a través de la poderosa intercesión del corazón Inmaculado de la Santísima Virgen María, tu amadísima esposa. (3 veces). Amén. 
  
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO:
Te pidó Jesús, que alcances para mí, el Don de:
-  Sabiduría
-  Entendimiento
-  Ciencia
-  Consejo
-  Piedad
-  Fortaleza
-  Temor de Dios.

Luego de cada una de las siete peticiones las siguientes oraciones:  
1. Padre Nuestro... 
2. Gloria...
3. Oración al Espíritu Santo:  

Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón, para ver las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi mente, para conocer las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi alma, para que yo le pertenezca solamente a Dios; Santifica todo lo que yo piense, diga y haga, para que todo sea para la gloria de Dios. Amén.


ORACIÓN DE PENTECOSTÉS
Espíritu de Cristo: despiértame;
Espíritu de Cristo: muéveme;
Espíritu de Cristo: lléname;
Espíritu de Cristo: séllame.
Oh Padre Celestial, conságrame a tu Corazón y Voluntad;
Sé en mí una fuente de virtudes, sella mi alma como la tuya para que tu reflejo en mí sea una luz que todos vean. Amén.

*MENSAJE*

“Queridos hijos, también hoy estoy con vosotros y os miro y os bendigo, y no pierdo la esperanza de que este mundo cambie para bien y la paz reine en los corazones de los hombres. La alegría reinará en el mundo porque os habéis abierto a mi llamada y al amor de Dios. El Espíritu Santo está cambiando a una multitud que ha dicho ‘sí’. Por eso deseo deciros: gracias por haber respondido a mi llamada.” (25 de Enero 2011)


*GUIA*

_Amaos los unos a los otros, como yo os he amado" (Jn 13, 34)_ Dios que es nuestro Padre, que ha enviado a su Hijo al mundo para salvarnos, ha derramado su Espíritu para que nos ilumine y nos guíe en el camino que conduce hasta Él. El amor que el Espíritu Santo infunde en los corazones es un amor para el que hemos sido creados y en el que hallamos la felicidad, no un sentimiento vago, superficial, pasajero, sino un afecto generoso que impulsa a la entrega. Ésa es la esencia del vivir cristiano. En Cristo, los demás cristianos son hermanos en el Señor.

Él establece una relación que va más allá de la carne y de la sangre. Mi prójimo es mi hermano gracias a lo que Cristo hizo por él. Yo soy hermano de mi prójimo gracias a lo que Cristo hizo por mí. La caridad se difunde en nuestro corazón por el Espíritu Santo que habita en nosotros. Ese fuego, ese amor que purifica, también ilumina, porque el amor es luz: una luz que alumbra, que diviniza, y transforma. La caridad es la mayor riqueza de la Iglesia. Vivir la comunión en la caridad significa no buscar el propio interés, sino ser capaces de compartir las alegrías y los sufrimientos de los hermanos, ser capaces de llevar los unos las cargas de los otros.

Con amor, hasta el menor de nuestros actos repercute en beneficio de todos. Los cristianos deben dejarse transformar por la fuerza del Espíritu, para ser verdaderos testigos del amor del Padre, que quiere hacer de todos los hombres una única familia. El Espíritu Santo de Dios, donde entra, expulsa el miedo; nos hace conocer y sentir que estamos en las manos de una omnipotencia de amor: suceda lo que suceda, su amor infinito no nos abandona. Transformados por el Espíritu Santo, experimentamos la auténtica libertad y nos va a dar la alegría. El Espíritu Santo nos asegura la fuerza necesaria para dar testimonio de la alegría de la fe y de la belleza de ser cristianos.


*REFLEXIÓN*

En desarrollo del tercer milenio, la Iglesia se dispone a acoger el don siempre nuevo del Espíritu que da la vida, que brota del costado traspasado de Jesucristo, para anunciar a todos con íntima alegría el evangelio de la vida.

En este tiempo en que la Iglesia, nuestra familia, está siendo golpeada y dividida, el Espíritu Santo está soplando con una intensidad jamás vivida para contrarrestar los vientos turbulentos de estos tiempos. EL está suscitando en el interior de hombres y mujeres de todas partes, un deseo de levantarse y proclamar la verdad sin temor, abrazando una fe heroica capaz de enfrentar hasta la muerte. Es un tiempo de héroes porque es necesario un torrente de valentía para hacer frente a las mentiras de este mundo y permanecer fieles a la verdad del Evangelio.

Y es el Espíritu Santo el encargado de habilitar a los soldados de este tiempo para que con las armas de la fé, de la humildad y de la caridad con su vida y con su ejemplo iluminen el camino de los perdidos. Supliquemos al Espíritu Santo que haga que la Iglesia de nuestro tiempo sea un eco fiel de las palabras de los Apóstoles: _Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida,__ pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó , lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros_. _ Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo _. (1 Jn 1:4)


*MEDITACIÓN*

¡Somos Cristianos!... Estas palabras deben llenarnos de inmensa alegría, cuando descubrimos al Espíritu Santo como Amor, no hay otro modo de relacionarnos sino desde el amor. Esta experiencia viene iluminada por la imagen de las bodas de Caná en la que Jesús participa en una boda en la que se acaba el vino. La relación que Dios quiere tener contigo no es de siervo inferior, de esclavo oprimido sino de igual a igual. Dios ha descendido en su rasgo divino para hacerse hombre para que el hombre ascienda hacia Él y puedan tener una relación enamorado-enamorada.

De hecho, el sentimiento real que brota de nuestra vida es un deseo de encuentro amoroso con aquel que es el Amor de los amores, y que quiere envolverte con su amor divino que nos llena sobremanera. Así, Dios quiere transformar el agua insípida de tu vida en vino de alegría, quiere celebrar un banquete y vestirnos de gala, que honor y dignidad a la que hemos sido llamados. Tenemos a un Dios enamorado pendiente de nuestra respuesta, esperando nuestra llegada y ansioso por ese encuentro definitivo en la eternidad.

 Abracemos a este Espíritu Divino y pidámosle que nos revista de santidad para que seamos el reflejo de ese Cristo enamorado y llevemos el consuelo, la paz y la esperanza a este mundo sediento de Dios.... Ven Espíritu Santo y llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor envía tu espíritu señor y renovarás la faz de la tierra. Oh Señor que iluminas e instruyes los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo haz que en el mismo espíritu sepamos siempre apreciar el bien y ser llenos de sus consuelos divinos por Jesucristo nuestro Señor. Amén

_ Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. (Hch 1:8)_


🔥 *ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN

 AL ESPÍRITU SANTO*🔥

En el amanecer de este nuevo pentecostés en presencia de todos los Ángeles, de todos los santos y por la omnipotencia suplicante del corazón Inmaculado de la Santísima Virgen María me atrevo a comparecer ante Tí ,Señor Padre mío, con el corazón abierto, el alma dispuesta y el Espíritu pronto para recibir al Paráclito prometido por Nuestro Señor Jesucristo.

Espíritu de la verdad que nos conduces a la verdad completa nos postramos ante tu Divina majestad para que nos llenes con la plenitud de tu presencia. Hoy invocamos con humildad y necesidad el auxilio de tu venida para que con la fuerza de tu llegada abracemos sin temor el rumbo que Dios ha trazado en nuestra vida para cumplir siempre su voluntad y proclamar la verdad del evangelio que Jesús nos enseñó con su vida y con su muerte.

Ahora libre de todo temor con la certeza de tu asistencia te suplico que construyas tu armadura en mí, se, el protector de mi mente, de mi cuerpo, y de mi espíritu, cíñeme la cintura con la verdad, revísteme con la coraza de la justicia, calza mis pies con el celo para proclamar el evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fé, envuelto en el yelmo de la salvación y pidiendo que la palabra de Dios por ti inspirada sea mi espada para vencer los ataques del maligno y salir victoriosos de la prueba de la vida.

Hoy Yo….......................... Me entrego completamente a ti Divino Espíritu para que hagas tu obra de santificación en mi alma, que mi vida refleje la obra de Dios en el mundo, que cada uno de mis actos muestren la presencia de Jesús en mi alma y cada instante de mi vida sea un canto de alabanza y adoración a Dios a través de tu presencia Divino Espíritu.

Te entrego mi libertad, todo lo que soy, todo lo que tengo y todo lo que moldearás en mí y abro las puertas de mi alma para que Tú, Espíritu Santo de Dios, ocupes mi ser y unidos construyamos el reino de Dios.

Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, para que viviéramos una vida íntegramente cristiana.

En este día invocamos a través del Inmaculado Corazón de María y en el Santísimo nombre de Jesús tus 7 sagrados dones. Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de confusión y de dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el trabajo concédenos tu fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos mueva un temor santo y filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.

Llénanos de tus carismas Espíritu santo para que unidos podamos apoyar y edificar el cuerpo de cristo. Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida santa en tu presencia. Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito.

Señor derrama un segundo pentecostés sobre tu iglesia, defiéndela de sus enemigos, fortifícala en la unidad y dirígela en los tiempos de tribulación para que sostenida por la gracia del Espíritu se mantenga firme en la verdad. Asiste al Romano pontífice para que la guíe con la palabra de Dios y el ejemplo de Cristo y alcance la vida eterna junto con el rebaño a él confiado. Ilumina a los pastores por Tí elegidos, danos buenos sacerdotes que con santidad de vida y entereza en la fe guíen a los fieles a la gloria del Cielo.

Y finalmente te pedimos la gracia que después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra familia alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.




martes, 18 de mayo de 2021

Novena II al Espíritu Santo

 

 

 Novena II al Espíritu Santo

El Espíritu Santo

 

Pentecostés

La devoción al Espíritu Santo es de las más excelsas y preciosas entre todas las que puede practicar el cristiano. Él es Dios, es el Santificador. Él ha de alumbrarnos, vivificarnos, guiarnos, fortalecernos, abrasarnos con el fuego del amor divino. Él nos hace santos apóstoles.

 

Consagración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza, y todo el amor de mi Corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús.

Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

 

Oración a María Santísima para pedir alguna gracia al Espíritu Santo

¡Oh María, Hija humildísima del Padre, Madre Purísima del Hijo, Esposa amadísima del Espíritu Santo! Yo te amo y te ofrezco todo mi ser para que lo bendigas. Madre admirable, Consuelo del que llora, Abogada dulcísima de los pecadores, ten piedad de todos aquellos a quienes amo; y por tu Inmaculado Corazón, Sagrario de la Santísima Trinidad, Asiento de tu poder, Trono de Sabiduría y Piélago de bondad, alcánzanos que el Espíritu Santo forme en nuestro corazón un nido en que repose para siempre.

 

Alcánzame lo que con todo el fervor de mi alma te pido, por los merecimientos de Jesús y los tuyos, si es para gloria de la Trinidad Santísima y bien de mi alma. ¡Virgen Santa, Esposa del Espíritu Santo, acuérdate de que eres mi Madre! Amén.

 

Oración al Espíritu Santo

¡Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, dime qué debo hacer, ordéname.

 

Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad.

 

Siete ventajas preciosas para el que propaga la devoción al Espíritu Santo

   Se crea un lazo de amor entre nuestra alma y la Tercera Persona de la Santísima Trinidad

  Un aumento notable de todas nuestras devociones, especialmente a la Sagrada Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen.

   Una seguridad de recibir en el alma más inspiraciones del Espíritu Santo y la fuerza para ponerlas en práctica.

   Procurar de una manera excelente la gloria de Dios, trabajando cada día en hacer conocer y amar al Santificador de las almas.

   Trabajar muy especialmente por el advenimiento del reinado de Dios en el mundo, por la acción del Espíritu vivificante.

   Ser verdadera y prácticamente apóstol del Espíritu Santo

   Atraer sobre el alma auxilios espirituales del Espíritu Santo, más íntima unión con Dios por medio del Santificador, mayor progreso en la oración mental, más consuelo y hasta alegría en la hora de la muerte, después de tan sublime apostolado.

 

El invocar a menudo al Espíritu Santo es prenda segura de acierto en las situaciones variadas de nuestra vida.

 

Consagración de la Obra del Espíritu Santo

¡Oh Amor, centro y vida de la Trinidad Espíritu Santo!, ven a mí con tus dones y con tu Amor; me consagro totalmente a Ti para que obres en mí tu "Misterio de AMOR", el que empezaste a realizar el día de mi bautismo y que ahora quiero renovar en cada instante de mi vida.

 

Que tu gracia acompañe siempre todas mis acciones y las transforme en ofrenda permanente para gloria del Padre y bien de todos los hombres mis hermanos. Amen.

 

Reflexión: Creo en el Espíritu Santo

 

Espíritu Santo

Creo en la tercera Persona de la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo ha sido llamado por algunos autores "el gran desconocido". Porque, realmente, sabemos que es la tercera persona de la Santísima Trinidad, pero apenas sí lo tratamos.

 

Es preciso que nosotros, como cristianos, intentemos penetrar en el Misterio de Dios y sepamos agradecerle su ayuda amorosa y constante, debamos atenderlo en el fondo de nuestro corazón, y saber responderle con nuestro amor y nuestras obras a todas las inspiraciones y mociones que de él recibimos.

 

Hay una tradición en la antigüedad en la que se llama al Espíritu Santo "el Confortador". Y, realmente, en la práctica, ese nombre y otros muchos pueden aplicarse al Espíritu Santo.

 

Porque él nos conforta y nos consuela, nos da fortaleza para resistir la tentación. Nos ayuda y nos guía en el camino hacia Dios.

 

También la palabra Paráclito se refiere al Abogado, el que nos defiende ante los tribunales. Es quien puede rogar e interceder por nosotros. Quien nos defiende en la lucha contra el enemigo; quien nos inspira y nos enseña en el camino de la vida interior.

 

Pero realmente la palabra Paráclito significa "el amigo en la necesidad". Ya en los escritos de San Pablo vemos que no se limitaba a pensar que el Espíritu Santo ayudaría a defenderse ante los tribunales, sino que precisa: "El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables " (Rom 8, 26).

 

Es algo maravilloso ser conscientes de esto: el Espíritu ayuda a nuestra debilidad Si ayuda, ¿por qué no nos confiamos a él? Si ayuda, ¿por qué no le pedimos? Si ayuda, ¿por qué no descansamos en él, en vez de querer sacar fuerzas de nuestros medios humanos?

 

Los medios humanos no son despreciables, sino imprescindibles para todo. Pero tienen una medida, un peso, un contenido.

 

No podemos creernos superpotentes; no podemos creer que seamos capaces de resolver y entender todo, lo divino y lo humano. No podemos pensar que la oración, el trato con Dios se realiza sólo a base de esfuerzo personal: es preciso ponerlo, ¡claro que sí!, pero conscientes de que, sin la ayuda del Espíritu Santo, nada podemos.

 

Y, si lo invocamos, si creemos en él y en su ayuda, tenemos que pensar en el Espíritu Santo que reza "en nosotros".

 

Es tan grande el misterio, que quizás nosotros sólo lo recordamos como algo extraordinario: las lenguas de fuego en el Cenáculo; los Apóstoles, entendiéndose en diversas lenguas; la frase evangélica en que se dice que no se preparen para defenderse, que ya el Espíritu pondrá palabras en sus labios...

 

Todo esto fue así, y es real. Pero también es real que ahora tenemos la atención directa del Espíritu Santo.

 

Cuando nos confirmamos nosotros, o cuando asistimos a la ceremonia de una confirmación, el Don que allí recibe quien se confirma es el mismo que recibieron los apóstoles en el cenáculo, en Pentecostés. Aunque no se vea ni se note nada, ¡es, existe, vive! Y nosotros hemos de recibirlo creyendo, valorando lo que es tener al Espíritu Santo a nuestro lado.

 

Somos templos del Espíritu Santo, se nos dice al parecer, no nos enteramos. Y de esto debe deducirse nuestra dignidad de hijos de Dios, el respeto a nuestro cuerpo y al cuerpo de los demás, el valor inmenso de saber que no estamos solos.

 

Al Espíritu Santo debemos invocarlo, rezarle, creer en él de una forma real y auténtica. No quiere decir esto que nos olvidemos de lo que tenemos que hacer como personas y seres racionales.

 

Rezar es lo primero. Esperarlo todo de él, también. Estar seguros, por fe, de su ayuda, también. Y luego.... no tirarnos por un precipicio, fiados del Espíritu Santo, ni acometer una empresa para la que no estamos humanamente preparados; ni "tentar a Dios " o pecar de soberbia, esperando y exigiendo milagros.

 

Los milagros se dan, hoy como ayer. El Espíritu Santo actúa hoy, como ayer, aunque no oigamos "el viento impetuoso" ni veamos "lenguas de fuego".

 

Pero nuestra fe, firme y segura, debe ir creciendo a base de pedirla, porque es un Don de Dios; y a base de acogerla y desarrollarla, con amor

Reflexión de Ángeles Linares

 

Los 7 dones del Espíritu Santo son:

Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios

 

Oración para pedir los dones del Espíritu Santo

¡Oh Espíritu Santo!, humildemente te suplico que enriquezcas mi alma con la abundancia de tus dones.

 

Haz que yo sepa, con el Don de la Sabiduría, apreciar en tal grado las cosas divinas, que con gozo y facilidad sepa frecuentemente prescindir de las terrenas.

 

Que acierte con el Don de Entendimiento, a ver con fe viva la trascendencia y belleza de la verdad cristiana.

 

Que, con el Don de Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.

 

Que el Don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de salvación.

 

Que sepa con el Don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, entre lo falso y lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado.

 

Que, con el Don de Piedad, os ame como a Padre, os sirva con fervorosa devoción y sea misericordioso con el prójimo.

 

Finalmente, que con el Don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración a los mandamientos divinos, cuidando con creciente delicadez de no quebrantarlos lo más mínimo.

 

Llenadme sobre todo, de vuestro santo amor. Que ese amor sea el móvil de toda mi vida espiritual. Que lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la sublimidad de vuestra doctrina, la bondad de vuestros preceptos, la dulzura de vuestra caridad. Amén.

 

Los doce frutos del Espíritu Santo

Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.

 

Novena al Espíritu Santo

 

Instrucciones:

1.- Cada día se reza el acto de consagración al Espíritu Santo que se indica a continuación:

 

Acto de Consagración

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza, y todo el amor de mi Corazón.

Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús.

Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

 

2.- Después, cada día se reza la Oración por los 7 dones del Espíritu Santo

 

Oración por los 7 dones del Espíritu Santo

Oh, Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste enviar al Espíritu Santo para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y de tu amor. Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas, el Espíritu de Entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu divina verdad, el Espíritu de Consejo para que pueda siempre elegir el camino más seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo, el Espíritu de Fortaleza para que pueda llevar mi cruz contigo y sobrellevar con coraje todos los obstáculos que se opongan a mi salvación, el Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los santos, el Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce y amable, y el Espíritu de Temor de Dios para que pueda ser lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en cualquier modo disgustarlo. Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con tu Espíritu. Amén.

 

PRIMER DÍA

¡Espíritu Santo! ¡Señor de Luz! ¡Danos, desde tu clara altura celestial, tu puro radiante esplendor!

 

El Espíritu Santo

Sólo una cosa es importante: la salvación eterna. Por lo tanto, sólo una cosa hay que temer: el pecado. El pecado es el resultado de la ignorancia, debilidad e indiferencia. El Espíritu Santo es el Espíritu de Luz, de Fuerza y de Amor. Con sus siete dones ilumina la mente, fortalece la voluntad, e inflama el corazón con el amor de Dios. Para asegurarnos la salvación debemos invocar al Divino Espíritu diariamente, porque el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros (Rom 8,26).

 

Oración

Omnipotente y eterno Dios, que has condescendido para regenerarnos con el agua y el Espíritu Santo, y nos has dado el perdón de todos los pecados, permite enviar del cielo sobre nosotros los siete dones de tu Espíritu, el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento, el Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y de Piedad, y llénanos con el Espíritu del Santo Temor. Amén.

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

 

SEGUNDO DÍA

¡Ven, Padre de los pobres. Ven, tesoros que sostienes. Ven, Luz de todo lo que vive!

 

El don del Temor

El don del Santo Temor de Dios nos llena con un soberano respeto por Dios, y nos hace que a nada temamos más que a ofenderlo por el pecado. Es un temor que se eleva, no desde el pensamiento del infierno, sino del sentimiento de reverencia y filial sumisión a nuestro Padre Celestial. Es el temor principio de sabiduría, que nos aparta de los placeres mundanos que podrían de algún modo separarnos de Dios. Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan (Ecl 2,17).

 

Oración

¡Ven, Oh bendito Espíritu de Santo Temor, penetra en lo más íntimo de mi corazón, que te tenga, mi Señor y Dios, ante mi rostro para siempre, ayúdame a huir de todas las cosas que te puedan ofender y hazme merecedor ante los ojos puros de tu Divina Majestad en el Cielo, donde Tú vives y reinas en unidad de la siempre Bendita Trinidad, Dios en el mundo que no tiene fin. Amén.

 

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

 

TERCER DÍA

Tú, de todos los consoladores el mejor, visitando el corazón turbado, da la gracia de la placentera paz.

 

El don de Piedad

El don de Piedad suscita en nuestros corazones una filial afección por Dios como nuestro amorosísimo Padre. Nos inspira, por amor a Él, a amar y respetar a las personas y cosas a Él consagradas, así como aquellos que están envestidos con su autoridad, su Santísima Madre y los Santos, la Iglesia y su cabeza visible, nuestros padres y superiores, nuestro país y sus gobernantes. Quien está lleno del don de Piedad no encuentra la práctica de la religión como deber pesado sino como deleitante servicio. Donde hay amor no hay trabajo.

 

Oración

Ven, Oh Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón. Enciende dentro mío tal amor por Dios que encuentre satisfacción sólo en su servicio, y por amor a Él me someta amorosamente a toda legítima autoridad. Amén.

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

 

CUARTO DÍA

Tú, en la fatiga dulce alivio, refresco placentero en el calor, solaz en medio de la miseria.

 

El don de Fortaleza

Por el don de Fortaleza el alma se fortalece ante el miedo natural y soporta hasta el final el desempeño de una obligación. La fortaleza le imparte a la voluntad un impulso y energía que la mueve a llevar a cabo, sin dudarlo, las tareas más arduas, a enfrentar los peligros, a estar por encima del respeto humano, y a soportar sin quejarse el lento martirio de la tribulación aún de toda una vida. El que persevere hasta el fin, ese se salvará(Mt 24,13).

 

Oración

Ven, Oh Espíritu de Fortaleza, alza mi alma en tiempo de turbación y adversidad, sostiene mis esfuerzos de santidad, fortalece mi debilidad, dame valor contra todos los asaltos de mis enemigos, que nunca sea yo confundido y me separe de Ti, Oh mi Dios y mi máximo Bien. Amén

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

 

QUINTO DÍA

¡Luz inmortal! ¡Divina Luz! ¡Visita estos corazones tuyos y llena nuestro más íntimo ser!

 

El don del Conocimiento

El don del Conocimiento permite al alma darle a las cosas creadas su verdadero valor en su relación con Dios. El conocimiento desenmascara la simulación de las creaturas, revela su vacuidad y hace notar sus verdaderos propósitos como instrumentos al servicio de Dios. Nos muestra el cuidado amoroso de Dios aún en la adversidad, y nos lleva a glorificarlo en cada circunstancia de la vida. Guiados por su luz damos prioridad a las cosas que deben tenerla y apreciamos la amistad de Dios por encima de todo. El conocimiento es fuente de vida para aquel que lo posee (Prov 16,22).

 

Oración

Ven, Oh Bendito Espíritu de Conocimiento, y concédeme que pueda percibir la voluntad del Padre; muéstrame la nulidad de las cosas de la tierra, que tenga idea de su vanidad y las use sólo para tu gloria y mi propia salvación, siempre por encima de ellas mirándote a Ti y tus premios eternos. Amén.

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

 

SEXTO DÍA

Si tu apartas tu gracia, nada puro permanecerá en el hombre, todo lo que es bueno se volverá enfermo.

 

El don del Entendimiento

El Entendimiento, como don del Santo Espíritu, nos ayuda a aferrar el significado de las verdades de nuestra santa religión. Por la fe las conocemos, pero por el entendimiento aprendemos a apreciarlas y a apetecerlas. Nos permite penetrar el profundo significado de las verdades reveladas y, a través de ellas, avivar la novedad de la vida. Nuestra fe deja de ser estéril e inactiva e inspira un modo de vida que da elocuente testimonio de la fe que hay en nosotros. Comenzamos a caminar dignos de Dios en todas las cosas complaciendo y creciendo en el conocimiento de Dios.

 

Oración

Ven, Oh Espíritu de Entendimiento, e ilumina nuestras mentes, que podamos conocer y creer en todos los misterios de la salvación, y que por fin podamos merecer ver la eterna luz en la Luz, y en la luz de la gloria tener una clara visión de Ti y del Padre y del Hijo. Amén.

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

 

SÉPTIMO DÍA

Sana nuestras heridas, renueva nuestra fuerza. En nuestra aridez derrama tu rocío. Lava las manchas de la culpa.

 

El don de Consejo

El don de Consejo dota al alma de prudencia sobrenatural, permitiéndole juzgar con prontitud y correctamente qué debe hacer, especialmente en circunstancias difíciles. El Consejo aplica los principios dados por el Conocimiento y el Entendimiento a los innumerables casos concretos que confrontamos en el curso de nuestras diarias obligaciones en tanto padres, docentes, servidores públicos y ciudadanos cristianos. El Consejo es sentido común sobrenatural, un tesoro invalorable en el tema de la salvación. Y por encima de todo esto, suplica al Altísimo para que enderece tu camino en la verdad (Ecl 37,15).

 

Oración

Ven, Oh Espíritu de Consejo, ayúdame y guíame en todos mis caminos para que siempre haga tu Santa Voluntad. Inclina mi corazón a aquello que es bueno, apártame de todo lo que es malo y dirígeme por el sendero recto de tus Mandamientos a la meta de la vida eterna que yo anhelo. Amén.

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

 

OCTAVO DÍA

Dobla la voluntad y el corazón obstinado, funde lo que está helado, calienta lo que está frío. Guía los pasos que se han desviado!

 

El don de Sabiduría

Abarcando a todos los otros dones, como la caridad abraza a todas las otras virtudes, la Sabiduría es el más perfecto de los dones. De la Sabiduría está escrito: todo lo bueno vino a mí con Ella, y riquezas innumerables me llegaron a través de sus manos. Es el don de la Sabiduría el que fortalece nuestra fe, fortifica la esperanza, perfecciona la caridad y promueve la práctica de la virtud en el más alto grado. La Sabiduría ilumina la mente para discernir y apreciar las cosas de Dios, ante las cuales los gozos de la tierra pierden su sabor, mientras la Cruz de Cristo produce una divina dulzura, de acuerdo a las palabras del Salvador: Toma tu cruz y sígueme, porque mi yugo es dulce y mi carga ligera.

 

Oración

Ven, Oh Espíritu de Sabiduría y revela a mi alma los misterios de las cosas celestiales, su enorme grandeza, poder y belleza. Enséñame a amarlas sobre todo y por encima de todos los gozos pasajeros y las satisfacciones de la tierra. Ayúdame a conseguirlas y a poseerlas para siempre. Amén.

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)

 

NOVENO DÍA

Tú, en aquellos que siempre más te confiesan y te adoran, en tus siete dones, desciende. Dales alivio en la muerte. Dales vida Contigo en las alturas. Dale los gozos que no tienen fin. Amén.

 

Los frutos del Espíritu Santo

Los dones del Espíritu Santo perfeccionan las virtudes sobrenaturales al permitirnos practicarlas con mayor docilidad a la divina inspiración. A medida que crecemos en el conocimiento y en el amor de Dios, bajo la dirección del Santo Espíritu, nuestro servicio se torna más sincero y generoso y la práctica de las virtudes más perfecta. Tales actos de virtudes dejan el corazón lleno de alegría y consolación y son conocidos como frutos del Espíritu Santo. Estos frutos, a su vez, hacen la práctica de las virtudes más activa y se vuelven un poderoso incentivo para esfuerzos aún mayores en el servicio de Dios.

 

Oración

Ven, Oh Divino Espíritu, llena mi corazón con tus frutos celestiales: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Que nunca esté yo cansado en el servicio de Dios sino que, por continua y fiel sumisión a tu inspiración, merezca estar eternamente unido Contigo, en el amor del Padre y del Hijo. Amén.

(Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria, 7 veces. Acto de Consagración y Oración por los siete dones)


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