Consagración al Espíritu Santo por 33 días
Día 1
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CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
🌹 _“Queridos hijos, hoy quiero invitaros
a que comencéis a cultivar vuestros corazones como cultiváis vuestros campos.
Cultivad y cambiad los corazones para que el nuevo Espíritu de Dios pueda
habitar en ellos. Gracias por haber respondido a mi llamada” (25 de Abril
1985)_
• GUÍA
“Dios es Amor” y el Amor es
el primer don que contiene todos los demás.
Este amor, Dios lo ha
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Puesto que hemos
muerto, o, al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don
del Amor es la remisión de nuestros pecados. La comunión con el Espíritu
Santo es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza
divina perdida por el pecado. Él nos da las "primicias" de nuestra
herencia : La vida misma de la Santísima Trinidad (amar como Él nos ama).
Este amor es el principio de la vida nueva en Cristo, hecha posible porque
hemos recibido la fuerza del Espíritu Santo. ”El Espíritu es nuestra Vida:”
cuanto más renunciamos a nosotros mismos, más obramos también según ÉL.
Por este Espíritu se nos
concede de nuevo la entrada en el paraíso, la posesión del Reino de los
cielos, la recuperación de la adopción de hijos: se nos da la confianza de
invocar a Dios como Padre, la participación de la gracia de Cristo, el podernos
llamar hijos de la luz y el compartir la gloria eterna.
• REFLEXIÓN
¿Por qué́ emprendemos un
nuevo camino? ¿Qué vamos buscando en esta consagración? Consagrarse tiene como
inicio el deseo de emprender un camino de seguimiento, aprender de aquel a
quien se admira por sus cualidades y virtudes, las cuales se busca imitar. Van
a ser días de un apasionante encuentro de fe y esperanza con aquel que es el
Amor entre el Padre y el Hijo. Vendrán dificultades nunca antes esperadas que
hará que experimentes la dificultad para seguirla pero no temas, dice Jesús,
yo he vencido al mundo. En la perseverancia está el éxito, y el premio del
camino es la Vida en el Espíritu. Dejándonos llevar por el Espíritu en cada
cosa que vivamos, y junto con ello experimentar en nuestras vidas el efecto de
su gracia. Comienza con ilusión este camino de 33 días que te llevarán a una
vida nueva.
• MEDITACIÓN
“Cultivad vuestros corazones
como cultiváis vuestros campos” nos dice nuestra Madre en la bendita tierra de
Medjugorje. Estos días van a ser muy duros como dura es la tarea de la
labranza de la tierra. En primer lugar, hay que buscar una tierra buena para
que pueda crecer la semilla del Evangelio, la Buena Noticia, que por la gracia
del Espíritu Santo nos hace clamar “Abba” (Padre). Debemos estar bien
dispuestos a que esta meditación sea hecha en silencio interior y exterior. El
silencio exterior viene propiciado por apartarnos de las tareas diarias y
dedicarle un tiempo a Dios, igual que Él te dedica todo su tiempo y te
sostiene en la vida.
Debes tener en tu día un Tiempo para aquel que es el
dueño del Tiempo, de tu vida. Y el silencio interior consiste en sacar fuera
todo lo que estorba: recordar todo lo que tenemos que hacer, las
preocupaciones, el afanarnos por decir constantemente lo que necesitamos
(nuestro Dios sabe lo que necesitas)... y centrarnos en “ESTAR con quien
sabemos nos ama” (Santa Teresa de Jesús).
Tras preparar nuestro
silencio dedicando un tiempo de oración por medio de las oraciones previas,
ahora tendremos que pensar en desbrozar, en quitar las piedras que hay
enterradas en nuestra vida. Día a día, paso a paso iremos preparando para que
la lluvia de la Gracia caiga en nosotros.
Pbro D. Mario Luis Almario
Consagración al Espíritu
Santo
Día 2
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CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
“Queridos hijos,
vosotros no sois conscientes de las gracias que el Señor os concede. En estos
días en que el Espíritu Santo está obrando de un modo especial, vosotros no
os dejáis movilizar. Vuestros corazones están envueltos hacia los bienes
terrenos, y esos bienes os preocupan. Volved vuestros corazones a la oración y
pedid que el Espíritu Santo se derrame en vosotros. Gracias por haber
respondido a mi llamada” (9 de mayo 1985)_
• GUÍA
El Papa Pío XII afirmó que
el pecado de nuestro siglo es la pérdida del sentido del pecado y esta
pérdida está acompañada por la pérdida del sentido de Dios .
Según el texto de San Juan,
después de la partida de Cristo, el Espíritu Santo vino directamente (es su
nueva misión) a completar la obra del Hijo.Y así llevar a término la nueva
era de la historia de la salvación. “El convencerá al mundo en lo referente
al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente
al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia, porque me voy
al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de
este mundo está juzgado”. (S.Jn 16.8-12).
Jesucristo no ha venido al
mundo para juzgarlo y condenarlo, sino para salvarlo. El Espíritu Santo
convence en lo referente al pecado , es decir, hace conocer al hombre su mal y,
al mismo tiempo, lo orienta hacia el bien. Bajo el influjo del Paráclito se
realiza, por lo tanto, la conversión del corazón humano, que es condición
indispensable para el perdón de los pecados. La conciencia es el sagrario
íntimo donde resuena la voz de Dios. Fruto de la recta conciencia es, ante
todo, el llamar por su nombre al bien y al mal. Por lo tanto en el convencer al
mundo en lo referente al pecado, el Espíritu de la verdad se encuentra con la
voz de las conciencias humanas.
• REFLEXIÓN
Hoy vuelves a estar de nuevo
ante la presencia de Dios, y tu Libertad te ha dispuesto a presentarte ante
Él. Dios es el dueño de todo y todo ello nos lo puede quitar. En la Sagrada
Escritura encontramos el Libro de Job que cuenta la historia de un hombre fiel
a Dios que va perdiendo todo lo que tiene y que pertenece a este mundo (hijos,
dinero, tierras, salud, su fama ante los amigos que le decían que era un
pecador...) pero no perdió nunca su fe inquebrantable en que el Dios de Israel
le amaba. Fue un hombre justo porque a pesar de lo que aparentase la
situación, siguió creyendo en que Dios es justo. Y así fue, por su fidelidad
recibió más de lo que tenía y Dios le había dado. Nuestra libertad es el
gran obsequio de Dios porque no nos la puede quitar. Libremente optamos por Él
o libremente podemos rechazarle y vivir en el pecado. Podemos decidir vivir en
la Gracia o malvivir en las inmundicias del pecado. ¿Qué deseas hacer? ¿Qué
eliges, vida o muerte?
• MEDITACIÓN
Cada mañana que nos
levantamos no nos damos cuenta del regalo que es el don de la vida. Nos
centramos tanto en lo que no tenemos, en lo que deseamos, en lo que creemos que
necesitamos para ser felices que no nos damos cuenta de que todo lo que tenemos
nos ha sido dado por Otro y siempre ha sido gratis: la vida, la salud, la fe...
Buscamos tantas cosas de nuestro mundo y dejamos en segundo lugar a Dios porque
es el que me exige, me pide, me obliga a cumplir mandamientos... y no nos damos
cuenta de que la vida en Dios es la mayor felicidad.
Nos preocupamos de tantas
cosas como Marta en el Evangelio que incluso cuando rezamos lo hacemos rápido,
sin pensar porque luego tengo cosas que hacer que demuestra que son más
importantes que aquel a quien se le dedica ese Tiempo de silencio y encuentro:
Dios. María, la que había sido pecadora, es la que experimentó el haber
salido de la sequedad de vivir sin Amor, sin esperanza, sin la dulzura de saber
que hay alguien que la ha mirado con amor y compasión porque la ha amado. El
haber sentido en sus entrañas que Jesús tenía unas palabras para ella, sólo
para ella porque era especial a los ojos de aquel que iba a morir también por
ella. Sentarnos y descansar a los pies de Jesús Sacramentado no es demostrarle
que le amamos sino todo lo contrario, es sabernos necesitados de amor, de
consuelo, del bálsamo del Espíritu que va sanando las heridas provocadas por nuestros
pecados.
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Escrita por: Pbro D. Mario
Luis Almario
Preparación a la Consagración
al Espíritu Santo
Día 3
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CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
🌹 _“Queridos hijos, os invito de un modo
especial a que en estos días abráis vuestros corazones al Espíritu Santo. El
Espíritu Santo está actuando especialmente a través de vosotros. Abrid los
corazones y ofrecedle vuestras vidas a Jesús para que Él pueda actuar en
ellos y los pueda fortalecer en la fe. Gracias por haber respondido a mi
llamada” (23 de Mayo 1985)_
• GUÍA
Nadie puede decir: ¡Jesús
es el Señor! sino por influjo del Espíritu Santo. Dios ha enviado a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!. Este conocimiento
de fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con
Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por ÉL. El Espíritu
Santo con su gracia es el primero que nos despierta en la fe y nos inicia en la
vida nueva, esta es: “que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu
enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).
“Cuando venga el Espíritu
de la verdad,os guiará hasta la verdad completa” (Jn 16:13).
El Espíritu Santo, como
promete Jesús, nos conduce a toda la verdad; nos lleva no sólo al encuentro
con Jesús, que es la plenitud de la verdad, sino que nos guía
"dentro" de Ella; es decir, nos hace entrar en una comunión cada vez
más profunda con Jesús, dándonos la inteligencia de las cosas de Dios ...
¿Cuál es entonces la acción del Espíritu Santo? “En primer lugar recuerda y
graba en los corazones de los creyentes las palabras que Jesús ha dicho y a
través de estas palabras, la ley de Dios se inscribe en nuestros corazones y
se convierte en el principio de evaluación de nuestras decisiones y guía en
las acciones cotidianas.... Se convierte por tanto en un principio de vida.
• REFLEXIÓN
El fin de la consagración
es entregarnos plenamente al Espíritu Santo. Esa entrega implica que le demos
lo que es únicamente nuestro: nuestra libertad. ¿Estás dispuesto a que tu
vida la guíe el Espíritu de la Verdad? ¿Eres capaz de tomar la decisión de
dejar al lado tus pensamientos de este mundo para pensar, sentir y amar como el
mismo Dios piensa, siente y ama? Es una decisión importante porque implica un
SÍ rotundo como el de la Virgen María. Sin vueltas atrás, porque haces un
contrato en el que Dios será aquel que te vaya moldeando especialmente hacia
lo que Él quiera y puede ser que no coincida con tus deseos, pensamientos,
buena imagen ante los demás. Es por ello que implica comenzar un camino
quitando las piedras de nuestra vida, lo que entorpece que Dios pueda hacer su
obra en ti.
• MEDITACIÓN
Ahora es un momento de verte
tal y como eres ante Dios, con nuestras muchas debilidades pero con la magnífica
belleza de aquella obra de arte que ha salido de las manos del más bondadoso
alfarero. Tu estás aquí porque has sido pensado/a por Dios de manera
especial. Te imaginó como eres para que pudieras darte cuenta de la maravilla
que hay en ti. Eres un diamante en bruto, por así decirlo que aún necesita
ser pulido. Eres diamante, eres bello aunque muchos otros no lo quieran ver,
porque la belleza es vivir la bondad del Dios Amor. Y ese dejarse pulir implica
sufrimiento. Hay que ir quitando las piedras que te rodean y que pueden
gustarte: el carácter irascible, el pensar constantemente en ti, el pensar que
nadie te quiere, el ver constantemente lo que otros tienen y tú no. Quédate
tranquilo, eres distinto, especial, único, irrepetible y en la historia no se
ha escrito la historia de otra persona que fuese como tú porque eres único.
Para ello debes comenzar abriendo el corazón sin miedo al que sabemos que
nunca querrá nada malo para nosotros. Dí tranquilamente: Ven, Espíritu
Santo. Dilo varias veces acompañándolo de una respiración pausada. Debemos
dejar entrar al fuego de Amor que va ir aquilatando a fuego aquello que nos
rodea en la vida para que salga a la luz la belleza que hay en nosotros y que
tiene marcadas las huellas del Padre Creador. El mismo Espíritu hará crecer
en nosotros la certeza de que aquello que dijo Jesús es verdad, que Él es la
verdad, será una seguridad que nos dará fortaleza para seguir cada día en el
camino de entrar cada vez más en la experiencia de la oración y así
descubrir aquello que Dios Padre sigue soñando para Ti. ¿No es apasionante?
Deja que el Espíritu te conceda la fortaleza de ser fiel a Dios.
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Escrita por: Pbro D. Mario
Luis Almario
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