CONSAGRACIÓN EN LA FIESTA
DE
1. Padre Nuestro...
2. Gloria...
Ven Espíritu Santo, ilumina
mi corazón, para ver las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de
mi mente, para conocer las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de
mi alma, para que yo le pertenezca solamente a Dios; Santifica todo lo que yo
piense, diga y haga, para que todo sea para la gloria de Dios. Amén.
*MENSAJE*
“Queridos hijos, también hoy
estoy con vosotros y os miro y os bendigo, y no pierdo la esperanza de que este
mundo cambie para bien y la paz reine en los corazones de los hombres. La
alegría reinará en el mundo porque os habéis abierto a mi llamada y al amor de
Dios. El Espíritu Santo está cambiando a una multitud que ha dicho ‘sí’. Por
eso deseo deciros: gracias por haber respondido a mi llamada.” (25 de Enero
2011)
*GUIA*
_Amaos los unos a los otros, como yo os he amado" (Jn 13, 34)_ Dios que es nuestro Padre, que ha enviado a su Hijo al mundo para salvarnos, ha derramado su Espíritu para que nos ilumine y nos guíe en el camino que conduce hasta Él. El amor que el Espíritu Santo infunde en los corazones es un amor para el que hemos sido creados y en el que hallamos la felicidad, no un sentimiento vago, superficial, pasajero, sino un afecto generoso que impulsa a la entrega. Ésa es la esencia del vivir cristiano. En Cristo, los demás cristianos son hermanos en el Señor.
Él establece una relación que va más allá de la carne y de la sangre. Mi prójimo es mi hermano gracias a lo que Cristo hizo por él. Yo soy hermano de mi prójimo gracias a lo que Cristo hizo por mí. La caridad se difunde en nuestro corazón por el Espíritu Santo que habita en nosotros. Ese fuego, ese amor que purifica, también ilumina, porque el amor es luz: una luz que alumbra, que diviniza, y transforma. La caridad es la mayor riqueza de la Iglesia. Vivir la comunión en la caridad significa no buscar el propio interés, sino ser capaces de compartir las alegrías y los sufrimientos de los hermanos, ser capaces de llevar los unos las cargas de los otros.
Con amor, hasta el menor de
nuestros actos repercute en beneficio de todos. Los cristianos deben dejarse
transformar por la fuerza del Espíritu, para ser verdaderos testigos del amor
del Padre, que quiere hacer de todos los hombres una única familia. El Espíritu
Santo de Dios, donde entra, expulsa el miedo; nos hace conocer y sentir que
estamos en las manos de una omnipotencia de amor: suceda lo que suceda, su amor
infinito no nos abandona. Transformados por el Espíritu Santo, experimentamos
la auténtica libertad y nos va a dar la alegría. El Espíritu Santo nos asegura
la fuerza necesaria para dar testimonio de la alegría de la fe y de la belleza
de ser cristianos.
*REFLEXIÓN*
En desarrollo del tercer
milenio, la Iglesia se dispone a acoger el don siempre nuevo del Espíritu que
da la vida, que brota del costado traspasado de Jesucristo, para anunciar a
todos con íntima alegría el evangelio de la vida.
En este tiempo en que la Iglesia, nuestra familia, está siendo golpeada y dividida, el Espíritu Santo está soplando con una intensidad jamás vivida para contrarrestar los vientos turbulentos de estos tiempos. EL está suscitando en el interior de hombres y mujeres de todas partes, un deseo de levantarse y proclamar la verdad sin temor, abrazando una fe heroica capaz de enfrentar hasta la muerte. Es un tiempo de héroes porque es necesario un torrente de valentía para hacer frente a las mentiras de este mundo y permanecer fieles a la verdad del Evangelio.
Y es el Espíritu Santo el
encargado de habilitar a los soldados de este tiempo para que con las armas de
la fé, de la humildad y de la caridad con su vida y con su ejemplo iluminen el
camino de los perdidos. Supliquemos al Espíritu Santo que haga que la Iglesia
de nuestro tiempo sea un eco fiel de las palabras de los Apóstoles: _Lo que
existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de
vida,__ pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio
y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos
manifestó , lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también
vosotros estéis en comunión con nosotros_. _ Y nosotros estamos en comunión con
el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea
completo _. (1 Jn 1:4)
*MEDITACIÓN*
¡Somos Cristianos!... Estas palabras deben llenarnos de inmensa alegría, cuando descubrimos al Espíritu Santo como Amor, no hay otro modo de relacionarnos sino desde el amor. Esta experiencia viene iluminada por la imagen de las bodas de Caná en la que Jesús participa en una boda en la que se acaba el vino. La relación que Dios quiere tener contigo no es de siervo inferior, de esclavo oprimido sino de igual a igual. Dios ha descendido en su rasgo divino para hacerse hombre para que el hombre ascienda hacia Él y puedan tener una relación enamorado-enamorada.
De hecho, el sentimiento real que brota de nuestra vida es un deseo de encuentro amoroso con aquel que es el Amor de los amores, y que quiere envolverte con su amor divino que nos llena sobremanera. Así, Dios quiere transformar el agua insípida de tu vida en vino de alegría, quiere celebrar un banquete y vestirnos de gala, que honor y dignidad a la que hemos sido llamados. Tenemos a un Dios enamorado pendiente de nuestra respuesta, esperando nuestra llegada y ansioso por ese encuentro definitivo en la eternidad.
Abracemos a este Espíritu Divino y pidámosle que nos revista de santidad para que seamos el reflejo de ese Cristo enamorado y llevemos el consuelo, la paz y la esperanza a este mundo sediento de Dios.... Ven Espíritu Santo y llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor envía tu espíritu señor y renovarás la faz de la tierra. Oh Señor que iluminas e instruyes los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo haz que en el mismo espíritu sepamos siempre apreciar el bien y ser llenos de sus consuelos divinos por Jesucristo nuestro Señor. Amén
_ Recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. (Hch 1:8)_
🔥 *ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN
En el amanecer de este nuevo pentecostés en presencia de todos los Ángeles, de todos los santos y por la omnipotencia suplicante del corazón Inmaculado de la Santísima Virgen María me atrevo a comparecer ante Tí ,Señor Padre mío, con el corazón abierto, el alma dispuesta y el Espíritu pronto para recibir al Paráclito prometido por Nuestro Señor Jesucristo.
Espíritu de la verdad que nos conduces a la verdad completa nos postramos ante tu Divina majestad para que nos llenes con la plenitud de tu presencia. Hoy invocamos con humildad y necesidad el auxilio de tu venida para que con la fuerza de tu llegada abracemos sin temor el rumbo que Dios ha trazado en nuestra vida para cumplir siempre su voluntad y proclamar la verdad del evangelio que Jesús nos enseñó con su vida y con su muerte.
Ahora libre de todo temor con la certeza de tu asistencia te suplico que construyas tu armadura en mí, se, el protector de mi mente, de mi cuerpo, y de mi espíritu, cíñeme la cintura con la verdad, revísteme con la coraza de la justicia, calza mis pies con el celo para proclamar el evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fé, envuelto en el yelmo de la salvación y pidiendo que la palabra de Dios por ti inspirada sea mi espada para vencer los ataques del maligno y salir victoriosos de la prueba de la vida.
Hoy Yo….......................... Me entrego completamente a ti Divino Espíritu para que hagas tu obra de santificación en mi alma, que mi vida refleje la obra de Dios en el mundo, que cada uno de mis actos muestren la presencia de Jesús en mi alma y cada instante de mi vida sea un canto de alabanza y adoración a Dios a través de tu presencia Divino Espíritu.
Te entrego mi libertad, todo lo que soy, todo lo que tengo y todo lo que moldearás en mí y abro las puertas de mi alma para que Tú, Espíritu Santo de Dios, ocupes mi ser y unidos construyamos el reino de Dios.
Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, para que viviéramos una vida íntegramente cristiana.
En este día invocamos a través del Inmaculado Corazón de María y en el Santísimo nombre de Jesús tus 7 sagrados dones. Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia; en horas de confusión y de dudas asístenos con el don del consejo; para no desmayar en la lucha y el trabajo concédenos tu fortaleza; que toda nuestra vida religiosa y familiar esté impregnada de tu espíritu de piedad; y que a todos nos mueva un temor santo y filial para no ofenderte a Ti que eres la santidad misma.
Llénanos de tus carismas Espíritu santo para que unidos podamos apoyar y edificar el cuerpo de cristo. Asistidos en todo momento por tus dones y gracias, queremos llevar una vida santa en tu presencia. Por eso hoy te hacemos entrega de nuestra familia y de cada uno de nosotros por el tiempo y la eternidad. Te consagramos nuestras almas y nuestros cuerpos, nuestros bienes materiales y espirituales, para que Tú sólo dispongas de nosotros y de lo nuestro según tu beneplácito.
Señor derrama un segundo pentecostés sobre tu iglesia, defiéndela de sus enemigos, fortifícala en la unidad y dirígela en los tiempos de tribulación para que sostenida por la gracia del Espíritu se mantenga firme en la verdad. Asiste al Romano pontífice para que la guíe con la palabra de Dios y el ejemplo de Cristo y alcance la vida eterna junto con el rebaño a él confiado. Ilumina a los pastores por Tí elegidos, danos buenos sacerdotes que con santidad de vida y entereza en la fe guíen a los fieles a la gloria del Cielo.
Y finalmente te pedimos la
gracia que después de haberte glorificado en la tierra, pueda toda nuestra
familia alabarte en el cielo, donde con el Padre y el Hijo vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.
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