¡Ven, Espíritu Divino!
(Secuencia de
Pentecostés)
Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el
cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones
espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del
alma,
descanso de nuestro
esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de
fuego,
gozo que enjuga las
lágrimas
y reconforta en los
duelos.
Entra hasta el fondo del
alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por
dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu
aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el
sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus
siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su
mérito;
salva al que busca
salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.
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